


Por Claudio Cuevas ccuevas@cooperativa.cl
6 de enero, 2006
Para Klaus von Storch, no importa el cómo ni el cuando, sino dónde.
6 de enero, 2006
Para Klaus von Storch, no importa el cómo ni el cuando, sino dónde.
Tiene claro que su destino es el espacio exterior y que su sueño, a los 43 años, no es una fantasía de niño, sino que una misión que cumplirá a bordo de la nave que pueda llevarlo lo antes posible más allá de la atmósfera terrestre.
Para el "astronauta chileno" -en realidad es postulante- es fácil ejemplificar su actual situación. Está preparado y sabe dónde va, el punto es cómo trasladarse: "Es como viajar en micro o en taxi. Tienes las dos opciones, pero al final da lo mismo, lo importante es que llegues".
La micro o el taxi en cuestión actualmente son de propiedad de Estados Unidos y Rusia.
Cuando se conoció el proyecto del primer chileno en el espacio, a fines de la década de 1990, Klaus era aún piloto activo de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) y trabajaba en conjunto con la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio del país norteamericano (NASA) en su preparación para convertirse en astronauta.
Cuando se conoció el proyecto del primer chileno en el espacio, a fines de la década de 1990, Klaus era aún piloto activo de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) y trabajaba en conjunto con la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio del país norteamericano (NASA) en su preparación para convertirse en astronauta.
Sin embargo, el proyecto se fue aplazando y Von Storch comenzó a cumplir el papel de vicepresidente de la Corporación AstroChile, el organismo detrás de las investigaciones que pretende llevar al espacio cuando llegue a su destino, la Estación Espacial Internacional (ISS, por su sigla en inglés).
El problema de los transbordadores
El principal retraso en los planes de Von Storch los provocó la crisis que vivió la NASA tras la tragedia del Columbia, que estalló al momento de volver a tierra el 1 de febrero de 2003.
El principal retraso en los planes de Von Storch los provocó la crisis que vivió la NASA tras la tragedia del Columbia, que estalló al momento de volver a tierra el 1 de febrero de 2003.
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